MÁS INFORMACIÓN, MENOS CONOCIMIENTO
Autor: Mario Vargas Llosa
Nicholas Carr estudió Literatura en Dartmouth College y en
la Universidad de Harvard y todo indica que fue en su juventud un voraz lector
de buenos libros. Luego, como le ocurrió a toda su generación, descubrió el
ordenador, el Internet, los prodigios de la gran revolución informática de
nuestro tiempo; además, se hizo un profesional y un experto en las nuevas
tecnologías de la comunicación sobre las que ha escrito extensamente en
prestigiosas publicaciones de Estados Unidos e Inglaterra.
Un buen día descubrió que había dejado de ser un buen lector, y, casi casi, un lector. Su concentración se disipaba luego de una o dos páginas de un libro. Así lo cuenta: "Pierdo el sosiego y el hilo, empiezo a pensar qué otra cosa hacer. La lectura profunda que solía venir naturalmente se ha convertido en un esfuerzo".
Los alumnos han perdido el hábito de leer para contentarse
con un mariposeo cognitivo.
Preocupado, tomó una decisión radical. A finales de 2007,
él y su esposa se fueron a vivir a una cabaña de las montañas de Colorado,
donde no había telefonía móvil y el Internet llegaba tarde, mal y nunca. Allí,
a lo largo de dos años, escribió el polémico libro que lo ha hecho famoso. Se
titula “Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?”
En su libro reconoce la extraordinaria aportación que
servicios como el de Google, Twitter, Facebook o Skype prestan a la información
y a la comunicación, el tiempo que ahorran, la facilidad con que una inmensa
cantidad de seres humanos pueden compartir experiencias, los beneficios que
todo esto acarrea en los diferentes campos de trabajo.
Los defensores recalcitrantes del software alegan que se
trata de una herramienta y que está al servicio de quien la usa.
No es verdad que el Internet sea sólo una herramienta, es
un utensilio que pasa a ser una prolongación de nuestro propio cerebro, el que,
también, de una manera discreta, se va adaptando poco a poco a ese nuevo
sistema de informarse y de pensar, renunciando poco a poco a las funciones que
este sistema hace por él y, a veces, mejor que él. No es una metáfora poética decir
que la "inteligencia artificial" que está a su servicio, soborna y
sensualiza a nuestros órganos pensantes, los que se van volviendo, de manera
paulatina, dependientes de aquellas herramientas, y, por fin, en sus esclavos.
El profesor Joe O'Shea, filósofo de la Universidad de
Florida, afirma: "Sentarse y leer un libro de cabo a rabo no tiene
sentido, ya que puedo tener toda la información que quiera con mayor rapidez a
través de la Web" y la patética confesión de la doctora Katherine Hayles,
profesora de Literatura de la Universidad de Duke: "Ya no puedo conseguir
que mis alumnos lean libros enteros".
Esos alumnos no tienen la culpa de ser ahora incapaces de
leer Guerra y Paz o El Quijote. Acostumbrados a picotear información en sus
computadoras, sin tener necesidad de hacer prolongados esfuerzos de
concentración, han ido perdiendo el hábito y hasta la facultad de hacerlo.
Van Nimwegen, dedujo luego de uno de sus experimentos: que
confiar a los ordenadores la solución de todos los problemas cognitivos reduce
"la capacidad de nuestros cerebros para construir estructuras estables de
conocimientos". En otras palabras: cuanto más inteligente sea nuestro
ordenador, más tontos seremos.
1. ¿Es cierto que existe una distorsión en la capacidad de análisis del lector que está atado a la información reverberante del internet?
Si existe una distorsión en la capacidad de análisis de los lectores, porque la capacidad de análisis y comprensión está más limitada, ya que tienen la facilidad de ingresar a una gran variedad de páginas web, donde está toda la información que buscan, pero de una manera más resumida y se les hace más “fácil”. Se debe manifestar para ello que analizar un libro extenso con un lenguaje complicado, conlleva un mayor esfuerzo y por lo consiguiente una mayor exigencia a la capacidad de la persona, en cambio en internet hay diferentes páginas y ventanas de información que da la facilidad al usuario de escoger la más adecuada y conveniente para uno, evitando una mayor capacidad de análisis del usuario y tan solo se reduce a una lectura rápida.
El lector atado a la información que recibe de internet, se siente más cómodo y seguro por los beneficios que le brinda la red, que ocupa gran parte de su tiempo, generando una distorsión en la capacidad de análisis, por las pocas horas de lectura que le puede llegar a dar a los libros de información.
En conclusión, una persona amante de la lectura tiene una mayor capacidad de análisis de la información, en cambio un cibernauta tiene una capacidad reducida
de análisis porque el internet le otorga facilidades para conocer una determinada información, que es reducida, sucinta y creada por otros autores.
2. De ser positiva su respuesta, ¿Cómo se produce ésta?
Esto se produce debido al internet, ya que de
alguna manera nos hemos vuelto esclavos de la tecnología porque facilita las
cosas y hemos reemplazado la “inteligencia humana” por la “inteligencia
artificial”, además el autor nos manifiesta que no es responsabilidad de la
nueva generación su incapacidad de poder leer extensos libros u obras, sino ha
sido la costumbre y el pasar del tiempo que han hecho posible que esta nueva
generación se vean atrapados por esta nueva herramienta que día a día sigue
evolucionando.